¡Wow! Hace días que no escribo, ya hasta había pensado que el hechizo estaba de regreso. Pero no es así, ya estoy aquí con mucho que contar.
La semana pasada mi amiga Naty me regaló una rebanada de pastel de zanahoria el cual me aclaró que era orgánico y gluten free (esa parte no sonaba naaada buena). Hace algunos años me hubiera quedado con cara de What? pero después de vivir en Canadá por algún tiempo, todos esos términos ya no sólo son parte de mi vocabulario sino hasta de mi propia alimentación. Sin muchas expectativas probé el pastel, el cual resultó ser el más delicioso que he probado en mi vida.
Obviamente lo primero que hice fue preguntarle en dónde lo había comprado y la respuesta fue: “Tinto, un lugar en Roncesvalles (por cierto los dueños son colombianos)”.
El fin de semana siguiente después de un fallido intento por ir al lago a andar en bicicleta mi esposo y yo decidimos ir a Roncesvalles. Debo confesar que ésta no era la primera vez que visitábamos esta zona, el verano pasado ya habíamos estado ahí pero yo no había conectado con este lugar, estaba en otra frecuencia.
Al llegar nos percatamos que al ser día festivo (Victoria Day) la calle estaba bastante tranquila y algunos lugares hasta cerrados, entre ellos Tinto (¡que frustración!). Pero bueno, ya habíamos pagado el parquímetro así que decidimos caminar un poco. De repente, nos dimos cuenta de que toda la gente que caminaba por ahí traía un helado consigo. Así que nos dimos a la tarea de encontrar la “famosa” heladería, traíamos atravesado el antojo de algo dulce.
Para nuestra sorpresa más que una gran heladería era un pequeño espacio de un video centro llamado The Film Buff, un lugar que además de ofrecer una variedad de películas alternativas también tiene su lado dulce vendiendo café y helados. Con a lo mucho diez sabores en su menú decidimos darles un chance. Pedimos uno de queso con zarzamora y otro de praline (lo que conocemos como nuez garapiñada). OMG no hay palabras para describir esta delicia, sin duda uno de los mejores helados que me he comido en Toronto (principalmente el de praline) y por tan sólo $2.25.
Al igual que el ya famoso pastel gluten-free, este helado era uno más de los tesoros escondidos que este barrio sin pretensiones tenía que ofrecer. Con el estómago en el cielo nos fuimos a caminar y a ver que otras sorpresas podría tener Roncesvalles para nosotros. En esta calle que va de norte a sur, que alguna vez fue casa de la comunidad Polaca de esta ciudad, se respira un aire de honestidad, igualdad, creatividad, conciencia social, amor al arte y responsabilidad ecológica. Lo que la hace diferente es que no se siente fake, como otros lugares de esta ciudad, aquí la gente y los negocios locales viven y proveen servicios bajo los mismos principios.
Para tener un lugar en esta calle hay que tener al menos una de estas características: ser orgánico, manejar el concepto “local”, ser único u ofrecer algo diferente. La idea de eat local (http://www.lifebeginsat30.com/elc/2006/04/10_reasons_to_e.html) además de genial me parece importante. El apoyar a nuestra comunidad, disfrutar lo que las estaciones pueden ofrecernos en su momento, adquirir alimentos más frescos que son mejores para nuestro cuerpo y ayudar al medio ambiente evitando largos procesos de transportación de alimentos son cosas que tendríamos que tener presente en el mundo que actualmente vivimos.
Thin blue line es una boutique de quesos en donde su variedad incluye una larga selección de productos locales de Ontario. En el Cherry Bomb Cafe puedes disfrutar de fair trade organic café por menos de $2.50 además de alegrar al ojo con una decoración muy original que hace honor a uno de los emblemas más importantes de Roncesvalles ¡las bicicletas! Medio de transportación favorito de esta zona.
Sin duda, uno de los lugares más divertidos es el Buddha Dog (http://www.buddhafoodha.com/) un restaurante de perros calientes que precisamente nació de la idea de reunir a los mejores proveedores locales de carne, vegetales, lácteos con los mejores chefs y panaderías para ofrecer un producto original, delicioso y representativo de su región y tradición culinaria. Algo más que los hace diferentes es que son mini hot dogs de esta manera tienes la posibilidad de probar varias combinaciones de ingredientes. Lo único triste y hasta extraño es que este lugar no cuenta con salchichas vegetarianas, así que los que no comemos carne tan sólo podemos imaginar a lo que saben estas interesantes combinaciones.
Justamente hablando de carne, me pareció interesante visitar Rowefarms una carnicería que ofrece productos locales y libres de antibióticos. Como vegetariana no estoy para promover el consumo de carne, sin embargo, sé que para muchas personas es casi imposible visualizar su vida sin este tipo de proteína y Rowefarms me pareció una excelente opción.
Lo mejor de esta empresa es que cree que existen mejores maneras de criar animales y es por ello que se rigen bajo ciertos principios fundamentales. En sus granjas sus animales tienen dietas 100% vegetarianas. Tienen una fuerte responsabilidad ambiental tanto en sus granjas como en sus empaques que son biodegradables. Y lo que sin duda me hizo aplaudirles fueron sus altos estándares de bienestar para el tratamiento humanitario de los animales. Los cuales están libres de enfermedad, miedo, dolor, malestar y hambre. ¡Wow! si no puedes ser vegetariano ésta es la mejor manera de unirte a los esfuerzos de otros y lo mejor es que sus precios son súper accesibles y casi idénticos a los que las grandes cadenas de supermercados de Ontario ofrecen OJO por carne NO ORGÁNICA, ¿qué tal?
Roncesvalles se ha convertido en uno de mis nuevos lugares favoritos de esta ciudad, en donde puedo divertirme y disfrutar de la vida como a mí me gusta.
A pesar de lo que puedan pensar el highlight de la visita no fue exactamente el helado ni ningún otro lugar de los visitados. El momento más memorable fue el ver a un niño de menos de 4 años llorando como loco enfrente de una frutería. ¿Por qué otra cosa podría llorar un niño de esa edad? Un helado, un juguete o hasta un hot dog del Buddha Dog. ¡Pues no! Este niño armó tremendo drama en medio de la acera ¡porque su mamá no le quería comprar una manzana y un plátano! Ella sólo podía contestarle que ya tenía muchos en su casa. ¿En qué otro lugar de Toronto los niños llorarían por comer frutas y verduras y los papás se negarían a complacerlos por un exceso de consumo? Sin duda ¡sólo en Roncesvalles! Y yo con una gran carcajada decidí salir de este neighborhood en donde para sorpresa de muchos empieza con la intersección de las calles paralelas de King y Queen las cuales definitivamente al unirse crean una extraña y nueva dimensión.
La semana pasada mi amiga Naty me regaló una rebanada de pastel de zanahoria el cual me aclaró que era orgánico y gluten free (esa parte no sonaba naaada buena). Hace algunos años me hubiera quedado con cara de What? pero después de vivir en Canadá por algún tiempo, todos esos términos ya no sólo son parte de mi vocabulario sino hasta de mi propia alimentación. Sin muchas expectativas probé el pastel, el cual resultó ser el más delicioso que he probado en mi vida.
Obviamente lo primero que hice fue preguntarle en dónde lo había comprado y la respuesta fue: “Tinto, un lugar en Roncesvalles (por cierto los dueños son colombianos)”.
El fin de semana siguiente después de un fallido intento por ir al lago a andar en bicicleta mi esposo y yo decidimos ir a Roncesvalles. Debo confesar que ésta no era la primera vez que visitábamos esta zona, el verano pasado ya habíamos estado ahí pero yo no había conectado con este lugar, estaba en otra frecuencia.
Al llegar nos percatamos que al ser día festivo (Victoria Day) la calle estaba bastante tranquila y algunos lugares hasta cerrados, entre ellos Tinto (¡que frustración!). Pero bueno, ya habíamos pagado el parquímetro así que decidimos caminar un poco. De repente, nos dimos cuenta de que toda la gente que caminaba por ahí traía un helado consigo. Así que nos dimos a la tarea de encontrar la “famosa” heladería, traíamos atravesado el antojo de algo dulce.
Para nuestra sorpresa más que una gran heladería era un pequeño espacio de un video centro llamado The Film Buff, un lugar que además de ofrecer una variedad de películas alternativas también tiene su lado dulce vendiendo café y helados. Con a lo mucho diez sabores en su menú decidimos darles un chance. Pedimos uno de queso con zarzamora y otro de praline (lo que conocemos como nuez garapiñada). OMG no hay palabras para describir esta delicia, sin duda uno de los mejores helados que me he comido en Toronto (principalmente el de praline) y por tan sólo $2.25.
Al igual que el ya famoso pastel gluten-free, este helado era uno más de los tesoros escondidos que este barrio sin pretensiones tenía que ofrecer. Con el estómago en el cielo nos fuimos a caminar y a ver que otras sorpresas podría tener Roncesvalles para nosotros. En esta calle que va de norte a sur, que alguna vez fue casa de la comunidad Polaca de esta ciudad, se respira un aire de honestidad, igualdad, creatividad, conciencia social, amor al arte y responsabilidad ecológica. Lo que la hace diferente es que no se siente fake, como otros lugares de esta ciudad, aquí la gente y los negocios locales viven y proveen servicios bajo los mismos principios.
Para tener un lugar en esta calle hay que tener al menos una de estas características: ser orgánico, manejar el concepto “local”, ser único u ofrecer algo diferente. La idea de eat local (http://www.lifebeginsat30.com/elc/2006/04/10_reasons_to_e.html) además de genial me parece importante. El apoyar a nuestra comunidad, disfrutar lo que las estaciones pueden ofrecernos en su momento, adquirir alimentos más frescos que son mejores para nuestro cuerpo y ayudar al medio ambiente evitando largos procesos de transportación de alimentos son cosas que tendríamos que tener presente en el mundo que actualmente vivimos.
Thin blue line es una boutique de quesos en donde su variedad incluye una larga selección de productos locales de Ontario. En el Cherry Bomb Cafe puedes disfrutar de fair trade organic café por menos de $2.50 además de alegrar al ojo con una decoración muy original que hace honor a uno de los emblemas más importantes de Roncesvalles ¡las bicicletas! Medio de transportación favorito de esta zona.
Sin duda, uno de los lugares más divertidos es el Buddha Dog (http://www.buddhafoodha.com/) un restaurante de perros calientes que precisamente nació de la idea de reunir a los mejores proveedores locales de carne, vegetales, lácteos con los mejores chefs y panaderías para ofrecer un producto original, delicioso y representativo de su región y tradición culinaria. Algo más que los hace diferentes es que son mini hot dogs de esta manera tienes la posibilidad de probar varias combinaciones de ingredientes. Lo único triste y hasta extraño es que este lugar no cuenta con salchichas vegetarianas, así que los que no comemos carne tan sólo podemos imaginar a lo que saben estas interesantes combinaciones.
Justamente hablando de carne, me pareció interesante visitar Rowefarms una carnicería que ofrece productos locales y libres de antibióticos. Como vegetariana no estoy para promover el consumo de carne, sin embargo, sé que para muchas personas es casi imposible visualizar su vida sin este tipo de proteína y Rowefarms me pareció una excelente opción.
Lo mejor de esta empresa es que cree que existen mejores maneras de criar animales y es por ello que se rigen bajo ciertos principios fundamentales. En sus granjas sus animales tienen dietas 100% vegetarianas. Tienen una fuerte responsabilidad ambiental tanto en sus granjas como en sus empaques que son biodegradables. Y lo que sin duda me hizo aplaudirles fueron sus altos estándares de bienestar para el tratamiento humanitario de los animales. Los cuales están libres de enfermedad, miedo, dolor, malestar y hambre. ¡Wow! si no puedes ser vegetariano ésta es la mejor manera de unirte a los esfuerzos de otros y lo mejor es que sus precios son súper accesibles y casi idénticos a los que las grandes cadenas de supermercados de Ontario ofrecen OJO por carne NO ORGÁNICA, ¿qué tal?
Roncesvalles se ha convertido en uno de mis nuevos lugares favoritos de esta ciudad, en donde puedo divertirme y disfrutar de la vida como a mí me gusta.
A pesar de lo que puedan pensar el highlight de la visita no fue exactamente el helado ni ningún otro lugar de los visitados. El momento más memorable fue el ver a un niño de menos de 4 años llorando como loco enfrente de una frutería. ¿Por qué otra cosa podría llorar un niño de esa edad? Un helado, un juguete o hasta un hot dog del Buddha Dog. ¡Pues no! Este niño armó tremendo drama en medio de la acera ¡porque su mamá no le quería comprar una manzana y un plátano! Ella sólo podía contestarle que ya tenía muchos en su casa. ¿En qué otro lugar de Toronto los niños llorarían por comer frutas y verduras y los papás se negarían a complacerlos por un exceso de consumo? Sin duda ¡sólo en Roncesvalles! Y yo con una gran carcajada decidí salir de este neighborhood en donde para sorpresa de muchos empieza con la intersección de las calles paralelas de King y Queen las cuales definitivamente al unirse crean una extraña y nueva dimensión.