Wednesday, August 12, 2009

Julie, Julia & Me

1:34 a.m. del miércoles 12 de agosto. En vez de estar en casa ya dormida me encuentro en el cine sentada con una gran sonrisa al lado de mi adorado esposo. Ayer a las 9 de la noche me acordé que los martes son 2 x 1 en el cine así que le llamé para ver si quería ver Julie & Julia y entusiasmado me dijo que sí. Dos horas más tarde, estoy lista para irme a la cama con el corazón rebosante de alegría, pero con la necesidad de hacer una parada en mi blog para compartir mi euforia.

“Gato”, como yo lo llamo, además de mi esposo y mejor amigo es mi business partner y aunque ambos echamos a andar nuestro restaurante, él es el que tiene la pasión por la comida.

Debo reconocer que siempre he sido una consentida de la vida o más bien dicho mi paladar y estómago han sido siempre afortunados. Desde que tengo uso de razón nunca he sufrido de malos platos, siempre he comido delicioso. Mi mamá, tal como Julia Child, se casó sin saber hacer un huevo. Pero la vida la fue llevando por un camino muy similar al de ella, por diez años mis papas no tuvieron hijos y fue en esa etapa que mi mamá tuvo tiempo para descubrir muchos de sus tantos talentos, entre ellos, el de la cocina.

Sin graduarse formalmente de chef, con un curso por ahí y por allá, fue aprendiendo los más grandes secretos y creando su gran sazón. Después de haber servido cosas crudas o quemadas en sus inicios ahora a sus más de 60 años de edad la comida parece estar a sus pies y lo que toca lo convierte en manjar. Ha dado infinidad de cursos: repostería, chocolatería y todo tipo de gastronomía.

Durante mi niñez, mientras todos mis compañeros de la escuela regresaban a comer una sencilla y rica sopa de fideo yo llegaba a mi casa a comer una rebuscada ensalada con aderezo de castañas y vino blanco, un pollo con menta y naranja o extraños platillos como Goulash. Increíblemente yo soñaba con comer ¡un simple sándwich de jamón! Lo mejor era cuando entre estos días de alta cocina mi mamá nos sorprendía con huevos revueltos a la mexicana (una de mis cosas favoritas de pequeña) como platillo principal.

Además de la magia culinaria de mi madre, mi vida también estaba rodeada por los talentos gastronómicos de mi madrina de bautizo. Una mujer que al igual que mi mamá aprendió a cocinar a base de recetas e inventos y quien a sus más de 50 años se graduó de Ambrosia (uno de los centros culinarios más reconocidos en México) y ha cocinado para grandes personalidades como el ex-presidente Vicente Fox.

Así que entre estas dos mujeres, mi hermano y yo, crecimos comiendo literalmente como los grandes. Irónicamente tanto protocolo culinario me llevo a tener un interés nulo por este arte. A pesar de tener un paladar educado y de ser capaz de sacar recetas casi por el sentido del gusto, el perfeccionismo de mi madre me evitó aprender lo básico de la cocina y repetí su historia casándome sin saber hacer ni un huevo sólo que en mi caso no hay final para chuparse los dedos.

Aunque ahora me defiendo en la cocina y confirmado por mi esposo parezco haber heredado el sazón de mi madre, simplemente la atracción no está ahí, mis pasiones están en otros lados. Pero como dije, siempre he sido una consentida de la vida, y de los brazos de mi madre pase a los de mi esposo quien ha resultado ser un gran chef.

Al igual que mi madre tiene la cualidad de no seguir recetas y de darle su propio toque a lo que cocine. Así es como he disfrutado de deliciosas combinaciones como un Pad Thai hecho a base de mole rojo mexicano, de tamales de pollo con salsa de tomatillo hechos con infusión de lemon grass o de chocolate caliente picante. Sin duda, la multiculturalidad de Toronto ha tenido su efecto en sus grandes creaciones.
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Pero, ¿qué es lo que hizo que Julie and Julia me dejara con una sonrisa de oreja a oreja? Es un hecho que para nada tiene que ver con una afinidad de talentos pero sí del darme cuenta que al igual que ellas he sido afortunada en tener un journey y que a mis treinta y tantos años he tenido experiencias de todo tipo y tengo la energía para seguirme reinventando.

El journey de Julia comienza cuando llega a Francia, un país donde se enfrenta no sólo a un nuevo idioma y estilo de vida sino a reencontrarse, reinventarse y rendirse a sus talentos y pasiones. Como un espejo me vi reflejada con mi llegada a Montreal hace 6 años, un lugar desconocido para mí en donde además de tener que aprender francés, aprendí también a ver la vida de diferente manera y empecé una nueva relación o mejor dicho romance conmigo misma.

Julie se une a “nuestra historia” (¡sí claro ahora me siento yo la protagonista!) cuando se muda de Brooklyn a Queens y se da cuenta que su vida no es divertida y que nada de lo que hace habla exactamente de su esencia. El mismo sentimiento que tuve cuando después de un año de vivir en Montreal nos mudamos a Toronto donde durante estos últimos cinco años he vivido una de las batallas más largas y fuertes de mi vida: el dejar ir quien fui, definir quién soy y atreverme a ser quien quiero ser.

Sin duda, en estos años, mi vida ha dado giros de más de 360 grados. Ahora soy una mujer que disfruta la madurez de los años, que saborea la vida desde un punto de vista vegetariano y ecologista y que está en la búsqueda (como Julie and Julia) de ser descubierta y reconocida por sus pasiones, proyectos y causas.

Así como Julia fue el chaleco salvavidas de Julie y como ella misma lo describe: "I was drowning and she pulled me out of the ocean" yo he sido salvada e inspirada por otras grandes mujeres quienes me han ayudado a darle forma a mis sueños y a aterrizarlos.

Por eso sonrío, porque a mi corta edad (digo corta porque planeo vivir muuuchos años, jaja) he sido afortunada de tener una vida con muchos colores, sabores y texturas. He tenido altas y bajas que me han hecho disfrutar de un menú de posibilidades que afortunadamente siempre han terminado (o yo he tenido esa perspectiva) con un dulce y delicioso final.

Al día de hoy he confirmado que no sólo me gusta escribir, tomar fotos, hacer Reiki y estar en contacto con los animales sino que puedo hacer una vida de ello. Mis talentos están tomando el control de mi vida, nutriéndome de una manera que la administración de mi negocio no lo hace. El punto es no limitarnos, no pensar que somos personas de un sólo camino y empezar a reconocer cuales son nuestras pasiones y talentos para de ahí trazar la línea que queramos recorrer.

Sólo puedo concluir que no hay receta más perfecta que la nuestra, así que atrévete a intercambiar ingredientes y a experimentar. No hay que darse por vencido, toma tiempo encontrar las cantidades y tiempos exactos para encontrar la textura y el sabor deseado pero lo importante es degustar cada momento.

Espero que así como lo fue para Julie (http://juliepowell.blogspot.com/), este blog sea para mí el inicio de algo grande.

Passion, ambition, butter. Do You Have What It Takes?




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